La cordillera está perdiendo un 19% de su nieve por década

Análisis revelan el preocupante derretimiento y sus consecuencias para el medio ambiente.

La cordillera de los Andes, la cadena montañosa más extensa del mundo, está experimentando un acelerado proceso de derretimiento en su cobertura de nieve. Según un estudio reciente en el que participaron diferentes climatólogos, esta pérdida es de un 19% cada década, un fenómeno que afecta gravemente los caudales de ríos esenciales para ciudades como Santiago y amenaza los ecosistemas locales.

La investigación analizó 18 cuencas hidrográficas a lo largo de 1.100 kilómetros de los Andes chilenos entre 2001 y 2022. Los resultados son alarmantes: todas las áreas presentan pérdidas considerables de nieve, algunas a un ritmo aún mayor.

Por ejemplo, en la cuenca del río Mapocho, la disminución es del 24%; en Aconcagua, del 22%; y en Maipo, del 20%. Esta disminución afecta de manera directa los caudales de varios ríos, provocando un impacto profundo en el suministro de agua.

Los datos muestran que el río Aconcagua ha perdido un 60% de su caudal en comparación con los niveles observados en la década de 1980. En el caso del río Maipo, fundamental para abastecer de agua potable a la capital chilena, el caudal ha caído alrededor del 40%.

La influencia del cambio climático

El estudio, publicado en la revista Nature, explica que la reducción de nieve en los Andes chilenos está vinculada al cambio climático y a un fenómeno conocido como oscilación Antártica.

Este último se refiere a un patrón de vientos provenientes del sur polar que, en los últimos años, se ha fortalecido, reorganizando las corrientes de aire y alterando los patrones de precipitación en el hemisferio sur. La consecuencia de estos cambios para los Andes es clara: llueve y nieva cada vez menos.

A pesar de la variabilidad natural generada por eventos como El Niño y La Niña, el cambio climático parece estar detrás de esta alarmante tendencia a largo plazo.

La pérdida de nieve en los Andes no solo impacta el suministro de agua, sino que genera efectos en cadena que afectan a comunidades rurales y vulnerables, muchas de ellas indígenas, que dependen de los ríos.

La disminución de agua y la sequía han provocado migraciones y despoblación en áreas rurales, especialmente en el norte de Chile, según advierte el estudio. Además, esta condición afecta los suministros de agua, represas y generación y transmisión de energía de fuentes limpias.

Este fenómeno también contribuye a un bucle de retroalimentación climática: menos nieve significa que las superficies oscuras de la montaña absorben más calor, lo que acelera el derretimiento. Esta situación no solo incrementa las temperaturas locales, sino que también favorece la pérdida adicional de nieve en el futuro.

Los investigadores prevén que el fortalecimiento de los vientos antárticos durante el siglo XXI, debido al aumento global de la temperatura, podría intensificar la pérdida de nieve en Chile central, agravando aún más la crisis hídrica en el país.

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